El efecto 2000, terrorismo global, la caída de las torres
gemelas, recesión económica, caída bursátil, armas de destrucción masiva, gripe
aviar… ¡qué mal rollo! Con todos estos mensajes bombardeándonos constantemente,
es normal que vivamos angustiados… Y es que el miedo vende, es por eso que el
miedo es el mensaje más difundido por los medios de comunicación.
Michael Moore, en su documental sobre el 11-M, ya nos habla de la teoría del miedo que afecta a la sociedad norte americana y que tantos réditos electorales le ha dado a George W. Bush. No hay más que ver el mal rollo que nos entra con las campañas de la DGT que nos lanza la pregunta: ¿Cree que morirá en la carretera? para ver el impacto que puede tener el miedo en nosotros.
¿Por qué explotar el miedo? A nivel cotidiano, el miedo
también puede influir en nuestras decisiones diarias. Andrew Chak, en su libro Submit
Now, identifica dos fundamentos para la motivación:
- Deseo de recompensa
- Miedo al castigo
Imaginamos una situación tipo en la que estamos buscando un
hotel para nuestras vacaciones. Nos encontramos ante dos opciones:
- Creamos una situación idílica en la que reforzamos los beneficios de una visita al hotel afirmando que es el marco idóneo para relajarnos estas vacaciones
- Creamos una situación de presión en la que afirmamos que quedan pocas plazas de hotel a el precio que ofrecemos ahora
¿Qué nos motivará a reservar el hotel ahora? Pues el miedo a perdernos una buena oportunidad será el detonante para que tomemos la decisión. Una técnica interesante para aplicarlo: creando sensación de urgencia mediante la caducidad y la escasez.