Según un informe de Eurostat, durante el 2009, tan sólo el 23% de los españoles han realizado compras por Internet... cifra muy por debajo de la media europea que está en el 37%.
Teniendo en cuenta otro estudio realizado por la consultora Deloitte que nos dice que dos tercios de los españoles recurrirá a Internet para tomar su decisión de compra, deberíamos plantearnos porque nos cuesta tanto que realicen ya unos clics más y finalicen el proceso desde su mismo ordenador en lugar de desplazarse luego hasta las tiendas y comprarlo (cosa que a priori parece más complicado).
Eurostat nos da algunas pistas de porque los usuarios no finalizan sus compras online:
Entre los motivos esgrimidos por los consumidores para no recurrir al comercio electrónico se encuentran el preferir comprar en persona, el no tener la necesidad, las preocupaciones por la seguridad del pago, las preocupaciones por tener que dar datos privados o la falta de confianza.
Y es que en muchos casos, me parece que la compra online es muy racional (parece que comprar en Internet “sólo” debe darnos ventajas de comodidad, rapidez y – en algunos casos – buenos precios), y se pierde el concepto más emocional que interviene en toda compra (con sites que no resultan agradables de navegar, dificultades para encontrar el producto y la información del mismo y procesos de compra largos y complicados). En muchos casos, las compras online no son nada atractivas.
Ir de compras online debería ser tan agradable como pasear por Zara y tan fácil como dar alegremente tu tarjeta de crédito y DNI a la dependienta para que te cobre toda esa ropa que has ido escogiendo en tu recorrido y que tanta ilusión te hace tener en tu armario.
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